El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es una de las cinco enfermedades psiquiátricas más frecuentes y está considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una de las 20 enfermedades más discapacitantes. Se considera como un trastorno crónico que se caracteriza por un patrón de pensamientos y miedos no deseados (obsesiones) que provocan comportamientos repetitivos (compulsiones). Estas obsesiones y compulsiones interfieren en las actividades diarias y causan un gran sufrimiento emocional.
El TOC suele empezar a manifestarse durante la infancia o la adolescencia. Su evolución suele ser progresiva, aunque puede aparecer también de forma repentina por estrés o ante un acontecimiento concreto que actúa como desencadenante.
¿Cuáles son los síntomas del trastorno obsesivo compulsivo?
Las personas con TOC pueden tener síntomas de obsesiones, compulsiones o ambos:
Las obsesiones
Son pensamientos, impulsos o imágenes repetidos, persistentes y no deseados que son intrusivos y causan aflicción o ansiedad, pueden ser de diferentes tipos:
- Pensamientos, imágenes, o impulsos que ocurren una y otra vez y están fuera de su control.
- La persona no quiere tener esas ideas.
- Son inquietantes y no deseados, y usualmente la persona sabe que no tienen sentido.
- Generan una sensación incómoda, por ejemplo, miedo, indignación, duda, o una sensación de que las cosas tienen que hacerse de una manera “correcta”.
- Requieren mucho tiempo e impiden la realización de actividades importantes para la persona, como el trabajo, estudio, etc.
Los pensamientos obsesivos, a su vez, generan en la persona que los padece una reacción defensiva que se traduce en compulsiones, es decir, en actos repetitivos cuyo fin es evitar las consecuencias de los propios pensamientos. Puede reconocer que son actos absurdos, pero si no los realiza aumenta la ansiedad.
Las compulsiones
Son comportamientos repetitivos que te sientes impulsado a realizar. Estos comportamientos repetitivos o actos mentales tienen como objetivo reducir la ansiedad relacionada con las obsesiones o evitar que algo malo suceda. Sin embargo, dejarse llevar por las compulsiones no trae ningún placer y puede ofrecer solo un alivio temporal de la ansiedad.
Puedes inventar reglas o rituales que te ayuden a controlar la ansiedad cuando tengas pensamientos obsesivos. Estas compulsiones son excesivas y a menudo no están relacionadas de manera realista con el problema que pretenden solucionar.
Al igual que las obsesiones, las compulsiones suelen girar en torno a temas como:
- Lavado y limpieza
- Comprobación
- Recuento
- Orden
- Seguir una rutina estricta
- Exigir tranquilidad
Algunos ejemplos de signos y síntomas de compulsión incluyen los siguientes:
- Lavarse las manos hasta que la piel se vuelve áspera
- Comprobar las puertas repetidamente para asegurarnos de que están cerradas
- Revisar la cocina repetidamente para asegurarnos de que está apagada
- Contar en ciertos patrones
- Repetir en silencio una oración, palabra o frase
- Arreglar las conservas para que tengan el mismo frente
¿Cuáles son los tratamientos para el trastorno obsesivo compulsivo?
Lo más importante del TOC no es el tratamiento, es el diagnóstico. Sin un diagnóstico, no puede haber un buen tratamiento.
El trastorno obsesivo compulsivo puede tratarse con psicoterapia, con medicación o con una combinación simultánea de los dos tratamientos. Los ejes centrales del tratamiento del TOC se basan en psicoeducación, psicoterapia y medicación.
La psicoeducación en el tratamiento del TOC es crucial. Una correcta comprensión de la enfermedad es el primer paso para un tratamiento y una consiguiente recuperación
Tratamiento psicológico. Las técnicas de terapia conductista se han mostrado especialmente efectivas en personas con TOC que manifiestan la enfermedad con compulsiones, es decir, con conductas equiparables a rituales. Enseña diferentes formas de pensar, comportarse y reaccionar ante las obsesiones y compulsiones.
Tratamiento farmacológico. Los más utilizados son los antidepresivos, concretamente los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS), entre los que se encuentran la fluoxetina, la fluvoxamina, la paroxetina y la sertralina.