Duelo

Atención psicológica al duelo

El duelo es una respuesta emocional habitual que aparece ante la pérdida de un ser querido, una relación afectiva, o cualquier aspecto que la persona considerara relevante y ha dejado de formar parte de su vida.

En la vida estamos expuestos a cambios continuos, y muchos de ellos nos harán experimentar este proceso de duelo que, además, será diferente en cada persona. Generalmente, cuanto más estemos vinculados a aquello que perdemos, más intenso será el duelo.

Fases del proceso de duelo

Cada persona necesita de unos tiempos diferentes para recuperarse de una pérdida, y por ello, en estos casos las comparaciones con otras personas no son buenas (aunque el tipo de pérdida fuese similar). Sí es cierto que hay una serie de fases comunes, que, aunque no se dan en todos los casos, suelen aparecer en este proceso. Son las siguientes:

En el primer momento aparece la negación. “No puede ser verdad”, “cómo ha podido ser”, “no es justo” … Son frases que todos reconocemos haber utilizado alguna vez. La incredulidad es la primera reacción ante un golpe de la vida. La negación es un escalón inevitable que hay que atravesar y del que finalmente hay que salir para digerir la pérdida. Negar es una manera de decirle a la realidad que espere, que todavía no estamos preparados. El impacto de la noticia es tan fuerte que dejamos de escuchar, de entender, de pensar…

Tras esta negación inicial, suele seguir una fase de enfado. Con el paso del tiempo, la negación ya no sirve, uno va viendo la evidencia, pero el dolor aflora con tanta fuerza que es muy difícil de asumir y, aunque racionalmente uno sepa que nada ni nadie tiene la culpa de la situación, es frecuente volcar el enfado y la impotencia en algo o en alguien, ya sea la propia vida, Dios, una fuerza sobrenatural, objetos, los médicos o personas próximas a uno. Quizás uno piense: « ¿Por qué a mí? ´´, « ¿Por qué no al vecino? ´´ o «Si Dios existiera, no lo habría permitido´´.

Pero como no es sostenible vivir enfadados, y aparece la necesidad de retomar el control de nuestra vida, a menudo se procura hacerlo por medios que, quizás no sean muy racionales, siendo esta fase conocida por negociación. Se puede pensar en promesas o propósitos de lo más diverso como último recurso para intentar evitar enfrentarse a lo que ya se va viendo como inevitable o pensar que alguna actuación previa que no se ha llevado a cabo lo podía haber evitado. Es el momento en que fantaseamos con la idea de revertir la situación. Pero esta etapa es breve porque estar pensando todo el día en soluciones es realmente agotador.

Así que se desiste de la negociación y aparece la tristeza.  Como se comenta anteriormente, no hay que reprimir esta emoción, hay que expresarla y enfrentarse a ella porque tiene una función muy importante en el fortalecimiento personal, que nos llevará a superarla.

Así, con el tiempo, la tristeza va dejando lugar a la esperanza, la ilusión… señal de que estamos llegando a la aceptación de la pérdida, última fase del duelo. Integramos esa pérdida en el tejido de nuestra vida y seguimos adelante. 

 

Síntomas de necesitar asistencia para superar el duelo

En este proceso, se pueden experimentar diferentes síntomas, tanto de tipo emocional (tristeza, culpa, apatía, enfado…) como físico (fatiga, pérdida de peso, náuseas).  Los tiempos de recuperación de esta sintomatología son muy variables, por lo que no hay que precipitarse ni agobiarse en procurar «estar bien´´ antes de tiempo, ni evitar o rechazar emociones como la tristeza, totalmente adaptativas en este proceso.

 

Algunos de los signos que nos pueden indicar que el duelo se está complicando son:  

  • Tristeza profunda o malestar emocional.
  • Pensamientos constantes sobre la pérdida.
  • Problemas de memoria.
  • Dificultad para concentrarse.
  • Aumento o disminución del apetito.
  • Atención extrema a los recuerdos o anulación excesiva de estos.
  • Deseo o añoranza intensos y persistentes sobre el difunto.
  • Cansancio o fatiga.
  • Alteración de los patrones de sueño habituales (aumento o disminución del tiempo de sueño).
  • Soñar con el difunto.
  • Aislamiento
  • Falta de interés por la vida.
  • Desesperanza hacia el futuro.

Cuándo pedir ayuda

  • Los síntomas descritos han persistido a lo largo del tiempo.
  • Dificultad para llevar a cabo actividades cotidianas.
  • Sentimiento de culpa.
  • Tristeza intensa y persistente.
  • Deseo de morir o haber muerto con el fallecido.
  • Aislamiento.
  • Disminución de la higiene o cuidado personal.
  • El rendimiento laboral o académico se ha visto afectado.
  • Abuso de sustancias.

 Debemos tener claro que las fases del duelo no se dan por sí solas, nosotros somos agentes activos en el proceso de duelo. Y a veces, uno solo no es capaz de avanzar en dicho proceso, por lo que no hay que dudar en pedir ayuda profesional. El dicho popular de que «el tiempo lo cura todo´´ puede generar una idea disfuncional y errónea de lo que significa el duelo, pues el tiempo por sí solo no cura nada, lo que cura es lo que uno hace con dicho tiempo.

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