Comencemos aclarando qué son las distorsiones cognitivas. La respuesta más sencilla es que estas son errores que ocurren en el proceso de pensamiento, suceden automáticamente, se convierten en nuestros patrones debido al contexto en el cual crecimos y nos desarrollamos psicológica y emocionalmente y son independientes de nuestro nivel de inteligencia.
¿Por qué deberíamos aprender a identificar y gestionar las distorsiones cognitivas?
Porque la manera en que pensamos guía la forma en que nos relacionamos con los demás, el mundo y el modo en que nos percibimos a nosotros mismos. Cuando estas relaciones se basan en distorsiones, carecen de autenticidad y nos engañan al participar en interacciones sociales o cuando nos percibimos a nosotros mismos. La autoimagen y la imagen del mundo que nos rodea puede verse distorsionada por estos pensamientos automáticos. En resumen, la forma en que percibimos la realidad se deforma por la aparición de distorsiones cognitivas. Podemos ajustar esta percepción identificando y manejando las distorsiones cognitivas.
A continuación, os dejamos algunas de las distorsiones cognitivas más frecuentes para que podais identificarlas como paso previo a manejarlas y/o combatirlas:
1. Sobregeneralización
Este patrón es como tomar lo aislado de algo y hacerlo la regla. A menudo verbalizado a través de términos como «siempre», «nunca», «cada vez», «todos». Ejemplos: «Todos los periódicos imprimen mentiras». Este tipo de formulación excluye la posibilidad de que haya un periódico honesto.
2. El filtro mental
Normalmente filtramos lo positivo de un contexto y conservamos lo negativo. Tendemos a definir todo mediante el uso del aspecto negativo, que puede no haber sido determinante para la situación. Digamos que das un discurso público y al final del cual obtienes muchos comentarios, buenos y críticos. El filtro mental negativo te haría considerar solo los malos comentarios y ver la presentación completa como un fracaso.
3. Descalificar lo positivo
Considera que algo positivo es un resultado de la casualidad o del peligro. Por ejemplo, si obtienes un buen resultado en una prueba y prefieres decir que el examen fue fácil o que el profesor fue generoso al poner las notas, en lugar de
verlo como el resultado de los esfuerzos de aprendizaje y las habilidades intelectuales.
4. Pensamientos «Debería»
¿Te ha pasado que alguna vez alguien te asignó una tarea o manifestó una expectativa hacia ti (un maestro, tus padres, un compañero) y te sentiste obligado a responder, aunque no entendiste el propósito en relación con tus propios objetivos de vida?
Si es así, entonces has experimentado el efecto de «debería». Algunos ejemplos podrían ser; «Debes casarte cuando cumplas los treinta», «Debes tener hijos antes de que sea muy tarde’’, «Los buenos hijos obedecen en todo», etc.
Estos «deberes», especialmente cuando no representan nuestros propios objetivos, aspiraciones, deseos o sueños, actúan como un factor de estrés en nuestras vidas. Cortar los «debería» de nuestras vidas podría significar menos estrés y también permitirnos vivir según nuestros propios estándares, y no lo que el mundo «piensa» que deberíamos ser, convertirnos o hacer.
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