Cuando el estudiante presenta dificultades de aprendizaje o bajo rendimiento escolar, la alternativa más habitual es recurrir a los refuerzos escolares y las clases particulares, pero:
Cuando el repaso de contenidos académicos de asignaturas y/o la preparación de exámenes no lleva al rendimiento académico esperado.
Si le ayudamos a rellenar huecos en un ejercicio de gramática, y cuando le ponemos otro parecido y sigue perdido.
Cuando recibe ayuda para resolver un problema de matemáticas y al día siguiente le ponemos otro y se atasca en el mismo sitio
Si le ayudamos a resumir y hacer un esquema de un texto, pero no es capaz de transferir esas estrategias a otros textos o diversos contextos.
Es el momento de valorar otras opciones que potencien las bases de los procesos básicos de aprendizaje y enseñanza y ayuden a solventar las dificultades de aprendizaje presentes, fomentando la generación de estrategias de estudio y el desarrollo de recursos propios para adquirir nuevos conocimientos.
El refuerzo psicoeducativo
El refuerzo psicoeducativo es una estrategia que combina principios de la psicología y la educación para potenciar el aprendizaje y el bienestar emocional. Se centra en fortalecer habilidades cognitivas y emocionales, proporcionando herramientas que contribuyen al desarrollo integral.
Esta aproximación busca no solo el rendimiento académico, sino también el equilibrio emocional, fomentando un aprendizaje significativo y sostenible. Al incorporar aspectos psicológicos en el proceso educativo, el refuerzo psicoeducativo promueve un entorno enriquecedor que empodera a los estudiantes para afrontar desafíos académicos y personales.
Tiene como objetivo principal, resolver las diferentes dificultades de aprendizaje que puede presentar el alumno, así como reforzar las técnicas de estudio, estrategias de aprendizaje, concentración y atención, estimulación cognitiva, lectura y escritura, comprensión, motivación, razonamiento lógico…
Se trata de refuerzos individuales y personalizados en los que la psicología desempeña un papel crucial al integrar principios que impactan tanto en el aprendizaje como en el bienestar emocional.
Identificación de las dificultades psicoeducativas
Identificar a un niño con dificultades psicoeducativas puede requerir observación cuidadosa y la colaboración de educadores, padres y profesionales.
Algunas señales que podrían indicar dificultades incluyen:
1. Desempeño Académico: Descensos significativos en el rendimiento escolar, dificultades persistentes en la comprensión de conceptos o falta de progreso en áreas clave.
2. Comportamiento en el Aula: Problemas de conducta, falta de atención, inquietud excesiva o, por el contrario, retraimiento social pueden ser indicativos.
3. Interacción Social: Dificultades para relacionarse con compañeros, falta de habilidades sociales o patrones de juego inusuales.
4. Emociones: Cambios notables en el estado de ánimo, expresión de ansiedad o frustración frecuente en relación con el entorno escolar.
5. Motivación y Actitud Hacia el Aprendizaje: Pérdida de interés en las actividades escolares, falta de motivación o expresiones de desaliento frente a desafíos académicos.
6. Problemas de Atención: Dificultades para mantener la concentración, distracción constante o impulsividad.
7. Dificultades en la Lectura, Escritura o Matemáticas: Problemas específicos en estas áreas pueden indicar necesidades educativas especiales.
Es crucial destacar que estas señales no son definitivas y que cada niño es único. La comunicación abierta entre padres, educadores y profesionales de la salud puede proporcionar una comprensión más completa de las necesidades individuales del niño. La intervención temprana y el apoyo personalizado son clave para abordar y superar las dificultades psicoeducativas.
Estrategias para un desarrollo integral.
Algunas estrategias psicológicas efectivas incluyen:
1. Enfoque Positivo: Resaltar y reforzar los logros, fomentando una actitud positiva hacia el aprendizaje. Esto contribuye a construir la autoestima y la motivación.
2. Apoyo Emocional: Reconocer y abordar las emociones relacionadas con el aprendizaje. Proporcionar un entorno seguro para expresar preocupaciones y trabajar en estrategias para manejar el estrés.
3. Adaptación a Estilos de Aprendizaje: Reconocer y adaptarse a los diferentes estilos de aprendizaje de los individuos, permitiendo una enseñanza más personalizada y efectiva.
4. Feedback Constructivo: Proporcionar retroalimentación de manera constructiva, destacando no solo los errores, sino también los esfuerzos y mejoras. Esto fomenta un enfoque de aprendizaje continuo.
5. Establecimiento de Objetivos: Ayudar a los estudiantes a establecer metas realistas y alcanzables. Esto crea un sentido de propósito y dirección, impulsando la motivación intrínseca.
6. Técnicas de Relajación: Enseñar técnicas de manejo del estrés y la ansiedad para mejorar el bienestar emocional y permitir un enfoque más efectivo en el aprendizaje.
7. Metacognición: Desarrollar la conciencia metacognitiva, implica:
Comprender y regular los propios procesos mentales.
Reflexionar sobre el propio aprendizaje.
Mejorar la capacidad de planificación
Pensar sobre el pensamiento.
Traspasar el aprendizaje memorístico y buscar la comprensión.
Aprender a aprender y aprender a pensar.
Autoconocimiento: ser consciente de tus propios procesos de aprendizaje y
conocer tus puntos fuertes y débiles.
Transferir estrategias y aprendizajes a otros contextos
Estas estrategias, cuando se aplican de manera integrada, contribuyen a un enfoque holístico que no solo busca el rendimiento académico, sino también el desarrollo emocional y las habilidades para enfrentar los desafíos de manera resiliente.