El TOC en niños y adolescentes

Los niños llevan a cabo muchas acciones que pueden etiquetarse como rituales: caminar sólo por las baldosas de un determinado color, cruzar los dedos en determinadas situaciones, usar un color particular para pintar… Estos gestos pueden considerarse como simples juegos. Sin embargo, algunos niños van más allá y adoptan ciertas conductas para reducir su malestar. 

Es común que, entre los 4 y 8 años, los niños lleven a cabo rituales como parte normal de su desarrollo, lo que complica la distinción entre comportamientos adaptativos y desadaptativos. En esas edades, la causa de dicho malestar puede resultar confusa y difícil de explicar; a medida que crecen, sus motivos suelen volverse más evidentes.

El TOC es un trastorno que se caracteriza por la presencia de obsesiones y/o compulsiones. Las obsesiones se definen como pensamientos, imágenes o impulsos que aparecen de forma involuntaria, recurrente y persistente en la actividad mental del niño o adolescente. El contenido de las obsesiones suele ser catastrófico, desagradable o raro, por lo que causa ansiedad o intenso malestar. Las compulsiones son comportamientos repetitivos o actos mentales que el niño o adolescente se ve obligado a realizar en respuesta a una obsesión o de acuerdo a ciertas reglas que debe seguir estrictamente. Las compulsiones son llevadas a cabo para tratar de ignorar, suprimir o neutralizar los pensamientos obsesivos, y reducir así el malestar que estos le generan.

Síntomas más frecuentes del TOC en niños y adolescentes

En la etapa preescolar Los síntomas más frecuentemente están relacionados con la limpieza, ordenar la ropa por tamaño, forma y color, insistir en una forma de corte de cabello, oler objetos, su propio cuerpo o a las personas que tienen cerca, almacenar o preguntar por aspectos que les den seguridad.

En la edad escolar, las temáticas de las obsesiones y compulsiones están vinculadas a temas como el orden y repetición, la contaminación, la necesidad de simetría y orden, así como el temor a equivocarse. Por su parte, las compulsiones tienen que ver con estos temas e incluyen acciones como lavado, comprobación, orden, repetición, así como rituales como rezar, contar o repetir frases.  Son frecuentes también las comprobaciones y repeticiones de “evitación del daño” (p. ej., conductas realizadas con el fin de evitar que le ocurra algo malo a un familiar cercano)

En la etapa adolescente, los síntomas ya son similares a los de los adultos. No obstante, en adolescentes es más frecuente la existencia de múltiples obsesiones y compulsiones, y peor conciencia de enfermedad que en adultos. Las obsesiones agresivas y religiosas suelen estar más representadas en esta edad que en población adulta. 

Si tu hijo experimenta angustia elevada al romper ciertos rituales, es recomendable buscar ayuda profesional.

¿Cómo se hace la evaluación?

Entrevista en la que se delimita la conducta problema, se analizan las repercusiones en el área familiar y el área social. 

Test psicométricos ya que es necesario valorar otros problemas psicológicos asociados, como, por ejemplo: tics, impulsividad, hiperactividad, falta de atención, dificultades de aprendizaje, irritabilidad o agresividad, ansiedad elevada, fobias o bajo estado de ánimo.

Cuestionarios e inventarios para rellenar por los niños y padres. Por ejemplo, el MOCI. Inventario de Obsesiones y Compulsiones de Maudsley (Hodgson y Rachman, 1977; que evalúa síntomas obsesivos compulsivos asociados a diferentes tipos de rituales (limpieza, comprobación, lentitud/repetición y dudas/escrupulosidad).

Registros que deben cubrir los padres, ya que generalmente, solicitar al niño que registre su conducta no suele ser lo adecuado puesto que se incrementará sus niveles de ansiedad. En estos registros, se incluye la fecha o la situación que antecede al ritual o a la compulsión, el lugar y las personas presentes, la hora y el número de veces, así como la descripción del ritual, la actuación de los que están a su alrededor, las consecuencias de realizarlo y las consecuencias si le impide realizarlo. 

¿Cómo es la intervención con la familia?

Además de contar con los padres en la fase evaluativa, los padres tienen un papel muy importante en la fase de intervención con el TOC.

La psicoeducación es un paso previo importante a la hora de intervenir para que los padres entiendan la funcionalidad de las conductas, conocer el origen de los miedos, su carácter evolutivo y cuáles son los mecanismos que los perpetúan. Los padres tienen que entender la funcionalidad de las conductas que realiza el niño, además, es importante que también entiendan los mecanismos de actuación, ya que ellos serán responsables de aplicar en casa muchas de las técnicas aplicadas durante las sesiones.

La familia también es necesaria para aplicar la técnica de exposición con prevención de respuesta con el niño en su entorno natural, de la misma que lo ha hecho el psicólogo en consulta. Por ello es importante entrenar a los padres para que entiendan el funcionamiento de manera adecuado, ya que, si no lo hacen adecuadamente, pueden estar favoreciendo conductas encubiertas de evitación o escape. Para ello, se solicitará a la familia un registro semanal de las tareas ejecutadas en casa para verificar su realización y, en caso de incumplimiento, identificar los obstáculos presentes.

Intervención psicológica en el TOC en niños y adolescentes.

Un protocolo típico de intervención psicológica consiste en 16 sesiones realizadas en intervalo semanal, en las que se utilizaran las técnicas de contrastada eficacia para la superación del trastorno.  

  • 1. La psicoeducación, al igual que con los padres, es el paso previo en la intervención y el objetivo es que el niño entienda qué está sucediendo y cuales son las causas y los mecanismos de actuación además de una descripción detallada de los síntomas y explicación sobre la ansiedad. 
  • 2. Las técnicas cognitivas, como, las autoinstrucciones son útiles para que el niño genere menajes internos que le ayuden a enfrentarse a la situación. Se anima al niño a que utilice frases que ya utilicé y que generalice estas autoinstrucciones.
  • Otras de las técnicas son las pruebas de realidad o la técnica del pastel, que implica ayuda al niño o adolescente a evaluar de manera objetiva las situaciones. Consiste en contrastar la percepción inicial que el niño tiene sobre su grado de responsabilidad en un evento negativo con la responsabilidad real, representándolo en un gráfico circular. El propósito es verificar que, en la mayoría de los casos, la responsabilidad real es inferior a la inicialmente estimada.
  • 3. Exposición con prevención de respuesta. Es importante tener en cuenta que, durante la técnica de exposición, es posible que la conducta que se intenta eliminar aumente temporalmente y pueden surgir respuestas emocionales como gritos, llantos o comportamientos agresivos. También es posible que la conducta problema se manifieste nuevamente de manera espontánea después de un tiempo. Durante la exposición, se pueden incorporar técnicas adicionales como el modelado y el moldeamiento. Es el tratamiento principal para el TOC y su aplicación consta de los siguientes pasos:
  • Facilitar al niño ajustar el nivel de malestar que experimenta en situaciones donde realiza los rituales o comprobaciones. La intensidad del malestar se refleja en una especie de termómetro, siendo mayor cuanto más incómodo se siente el niño.
  • Identificar y construir la jerarquía de situaciones que generan malestar al niño y ubicarlas en el termómetro previamente establecido 
  • El tercer paso tiene el propósito de que el niño afronte de manera exitosa las situaciones que le generan malestar durante periodos de tiempo suficientemente prolongados para lograr la habituación.

4. Técnicas de control de la activación. En determinadas circunstancias, es conveniente llevar a cabo un entrenamiento en relajación o técnicas de respiración con el objetivo de que el niño pueda sobrellevar la incomodidad asociada a enfrentarse a la situación temida.

Objetivos del tratamiento

Cuando se inicia un tratamiento para el TOC el objetivo es la reducción de síntomas, y para ello es importante distinguir entre respuesta, remisión y recuperación. Cuando hablamos de la respuesta al tratamiento, nos referimos la observación de una mejoría de los síntomas clínicamente significativa tras iniciar una intervención, sin embargo, cuando hablamos de remisión, reseñamos la disminución de los síntomas a niveles mínimos junto a la desaparición de los problemas de funcionamiento asociados al trastorno; y hablamos de recuperación, cuando constatamos el mantenimiento de la remisión durante al menos un año. 

Este contenido tiene un objetivo meramente informativo. Si sientes que necesitas ayuda solicita una consulta con un profesional.

Artículo documentado por:

Concepción Cendón Dacosta

Concepción Cendón Dacosta

Concepción Cendón es Directora y fundadora de los centros “Codex Psicología y Codex Formación” con una trayectoria de 20 años de experiencia. Es Licenciada en Psicología, especialista en Psicología Clínica y de la Salud y con formación en Psicología Jurídica (Nº 3026 del Colegio Oficial de Psicólogos de Galicia). Es miembro del Listado Oficial de Peritos psicólogos para la administración de justicia en los ámbitos del derecho civil y penal y también del Equipo de Intervención Psicológica en los casos de Adopción Internacional, del Colegio Oficial de Psicólogos de Galicia. Su pasión y vocación por la psicología le ha llevado a especializarse en diferentes ámbitos como, intervención en crisis, duelo patológico, altas capacidades intelectuales o neuropsicología, y a estar formándose y actualizándose constantemente en diversas teorías y técnicas psicológicas como terapia cognitivo-conductual, terapias de tercera generación y terapia con realidad virtual.

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