Las rabietas aparecen a la edad de los 2 o 3 años y forman parte del crecimiento normal en los niños y niñas. Es su forma de comunicar que alguna necesidad no está cubierta, o la expresión de la frustración ante las limitaciones o de ira cuando que quieren algo que se les niega.
Tipos de rabietas
Es importante entender cómo funciona el cerebro del niño/a al tener una rabieta, ya que no todas son iguales. Existen 2 tipos de rabieta principalmente:
Las rabietas primarias o del cerebro inferior. Suele ser más común que aparezca en niños menores de 3 años, ya que estos se guían por el cerebro más primario, muestra a un niño con una frustración incontrolada, la cual es provocada por una descarga emocional, que impide que este controle sus emociones y sus acciones. Aquí el infante es incapaz de pensar en las consecuencias o en otras opciones de resolver el problema/situación.
Las rabietas conscientes o del cerebro superior. En este caso, el infante inicia, de manera consciente, la rabieta, pudiendo éste en cualquier momento detenerla, ya que tiene la capacidad de autocontrol. Este tipo de rabieta es más común en niños/as mayores de 3 años, puesto que la corteza cerebral ya se encuentra formada y tienen ya la capacidad para pensar, planificar e imaginar. Con todo ello, podemos decir que la rabieta del cerebro superior es un acto para “coaccionarnos”, un mal comportamiento para conseguir algo que quieren.
Pero, las grandes preguntas que nos suelen hacer los padres y madres son ¿qué debo hacer? ¿castigo a mi hijo/a? ¿cedo ante lo que quiere?
¿Cómo responder a una rabieta?
No existe una receta para prevenir las rabietas, pero como padres podéis disponer de herramientas para fomentar el buen comportamiento y responder de modo adecuado a una rabieta.
Vamos a ver algunas actuaciones que podemos tener cuando se producen las rabietas:
- Mantener la calma y tranquilidad. Dejar que suceda mientras acompañamos hasta que se calme. Muchas veces, ya sea porque nos enfadamos, estamos cansados o nos avergüenza en público, intentamos frenar la rabieta, y si respondemos con arrebatos de ira, tu hijo podría imitarte y eso solo lo empeora. Recuerda que es una descarga emocional incontrolable, por lo que lo mejor es dejar que se descargue mientras estamos junto a él/ella.
- Ignorar la rabieta, siempre que sea posible. Si estamos seguros de que no corre peligro, entonces trataremos de continuar con lo que estábamos haciendo, como si no pasara nada.
- Distraer a tu hijo: cambiar de lugar o cambiar de actividad, mostrarle otras alternativas, para cambiar el foco de atención de algo que «no se puede», por otra cosa que «sí se puede».
- Conectar emocionalmente. Una vez se vea que se encuentra en calma, intenta comunicarte preguntándole qué ha sentido. Por ejemplo: “Sé que querías ir al parque y te has enfadado mucho por no poder ir. Te entiendo, yo también me enfado si no puedo hacer algo. Pero recuerda que ahora tenemos que ir a casa y no tenemos tiempo para pararnos en el parque”.
- Explícale tus reglas. Una vez la rabieta acabe y se esté en calma, recordar las cosas que son adecuadas e inadecuadas, establecer límites y consecuencias sin negociar. Nunca debemos ceder, darle o hacer lo que quería, aunque sea posible o razonable. El mensaje debe ser claro, en el sentido de que una rabieta no lo acerca a ninguna solución.
¿Qué hacer cuando la rabieta se intensifica?
Retira a tu hijo de la situación, elige un lugar para dejar que exprese la rabieta. y deja que se le pase y se calme, el tiempo de espera debe ser de un minuto por cada año de edad de tu hijo.
Mantente firme hasta el final. No respondas a nada de lo que diga mientras dure el tiempo de espera.
Cuando se calme, explícale. Cuéntale brevemente el motivo del tiempo de espera y por qué la conducta fue inapropiada. Luego vuelve a tus actividades habituales.
¿Cuándo pedir ayuda profesional?
A medida que el niño crece mejora su autocontrol, las rabietas y los berrinches deberían ser cada vez menos frecuentes. La mayoría de los niños comienzan a tener menos berrinches a la edad de 3 años y medio. Si en algún momento detectas que no das llevado estas estrategias o que la conducta de tu hijo sobrepasa ciertos límites que se escapan de tu control no dudes en buscar ayuda profesional.