La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad en el mundo en los próximos años, lo que hace vital la concienciación de la administración pública, de los profesionales y de la sociedad en general; para trabajar activamente en la prevención, tomando como punto de partida la educación, diversa e inclusiva.
La Confederación Salud Mental España ha denunciado reiteradamente la urgente necesidad de que la salud mental de los jóvenes esté en la agenda política, con el objetivo de revertir los datos que aporta la OMS.
La salud mental infanto-juvenil es una de las principales asignaturas pendientes de la sanidad española que es urgente mejorar. Los factores de riesgo y de protección individuales y relacionados con la familia pueden ser biológicos, emocionales, cognitivos, conductuales, interpersonales o relacionados con el contexto.
Los factores de riesgo están asociados con una mayor probabilidad de aparición de la enfermedad, mayor gravedad y mayor duración de los principales problemas de salud.
Los factores de protección se refieren a las condiciones que mejoran la resistencia de las personas a los factores de riesgo y trastornos. Han sido definidos como aquellos factores que modifican, aminoran o alteran la respuesta de una persona a algunos peligros ambientales que predisponen a una consecuencia de inadaptación (Rutter, 1985). En su mayoría, los factores individuales de protección son idénticos a las características de salud mental positiva, tales como:
- la autoestima
- fortaleza emocional,
- pensamiento positivo
- destrezas sociales y de resolución de problemas
- habilidades para el manejo del estrés
- sentimientos de control.
Las intervenciones preventivas pretenden contraatacar los factores de riesgo y reforzar los factores de protección a lo largo de la vida de la persona con el fin de interrumpir esos procesos que contribuyen a la disfunción mental humana.
Las intervenciones más exitosas están encaminadas reducir a reducir los factores de estrés y aumentar las fortalezas, por ejemplo:
En el riesgo de trastornos de conducta se enfoca la intervención en mejorar la capacidad social y la conducta prosocial de los niños, los padres, compañeros y maestros.
Los programas psicológicos con un enfoque cognitivo-conductual se concentran en robustecer la fortaleza emocional y las habilidades cognitivas necesarias para evitar el desarrollo de los trastornos mentales.
Enseñando a los niños las habilidades para aumentar la fortaleza emocional y una educación anticipativaes la forma más efectiva de construir su bienestar emocional, ofreciéndoles herramientas para la solución de problemas y la confianza en sí mismos.
«Necesitamos ir más allá de la medicalización; y anticiparnos a ella».
Codex Centros de psicología Vigo y Ourense