Después de las vacaciones de Navidad… comidas y cenas familiares, fiestas con amigos, días de centro comercial, escribir cartas expresando méritos y deseos, la emoción por visitar a Papá Noel o a los Reyes Magos, desfiles y cabalgatas, las luces de Vigo, las noches de excitación pensando en los regalos, la ilusión al recibir eso que tanto querían o la agitación ante tantas sorpresas; toca volver a la rutina, que a veces tanto nos cuenta retomar, pero que al mismo tiempo sentimos que necesitamos.
¿Y por qué es tan importante eso de tener Rutinas? Nos dan sensación de orden, de seguridad, nos permite anticipar lo que pasará y conocer nuestro entorno, nos dan, en definitiva, estabilidad.
Si los hábitos y las rutinas nos ayudan a todos, más lo hacen todavía a los niños: de este modo saben lo que tienen que hacer, lo que se espera de ellos, y ello les ofrece autonomía y orientación; además previene conflictos o malos entendidos a la hora de realizar las tareas diarias -los horarios de comida, sueño, higiene, responsabilidades, tiempos de ocio…- aprendiendo de este modo además a respetar sus propios ritmos vitales.
Podemos hacerlos partícipes a la hora de marcar las rutinas, y es aconsejable, teniendo en cuenta sus gustos o preferencias; es importante que hablemos con ellos y les expliquemos como deben hacer las cosas y cuando, anticiparles como transcurrirán las cosas.
Les estamos facilitando un ambiente tranquilo y estable, regularidad y constancia.
Les ofrecen seguridad y responsabilidad, previene futuros adultos con problemas conductuales y emocionales, inadaptados.
Ya habrá momentos en los que tanto nosotros como ellos tengamos que desplegar nuestras habilidades de improvisación, pero en las tareas que realizamos cada día es fundamental mantener el orden y la tranquilidad.
Pero tampoco nos hagamos esclavos de las rutinas, y veamos cada cierto tiempo que pequeñas cosas podemos cambiar y mejorar, además, de este modo también les estaremos enseñando a ser flexibles y adaptarse a los cambios en un ambiente calmado.
Dejándoles de este modo que inviertan su energía en conocer y desarrollar sus destrezas, desde la estabilidad que les ofrecemos a través de las rutinas. Y que también los adultos agradeceremos, ya que no tendremos que estar continuamente en un tira y afloja, los límites estarán marcados y las transacciones a lo largo del día claras, podemos ayudarles a recordar que viene después, tanto de forma verbal como a través de herramientas visuales, como una tabla de rutinas.
¿Cómo hacerlo? Te dejamos 5 recomendaciones.
- Vuelta progresiva a los horarios y a la rutina real: los primeros días pueden estar más decaídos e irritables, ofrezcámosles un entorno tranquilo.
- Ayudémosles a readaptarse: a través de mensajes de que la navidad ha terminado, y que otras cosas, distintas pero interesantes, toca hacer ahora.
- Ofrecerles alimentos que aportan energía les ayudará, muchas frutas y verduras, evitando la bollería industrial.
- Ser positivos: si ven a sus padres quejosos y decaídos por la vuelta al trabajo, ellos se sentirán igual por la vuelta al cole. Animémoslos.
- Con paciencia y cariño todo se lleva mejor, dedícales tiempo para hablar y estar con ellos.
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