Más allá de los trastornos alimentarios clásicos, como pueden ser la anorexia o bulimia nerviosa, en los últimos años están se están manifestando otros trastornos alimentarios que todavía no se recogen en los manuales de clasificación diagnóstica como el DSM-V o el CIE-10; entre ellos, la ortorexia nerviosa es un trastorno alimentario caracterizado por la obsesión con la alimentación saludable.
Las personas que padecen ortorexia se caracterizan por la necesidad de controlar, examinar y evitar obsesivamente alimentos en función de su origen, el procesamiento, su embalaje, si contienen cantidades excesivas de sal, azúcares o ingredientes genéticamente modificados, así como aquellos que aportan grasas poco saludables.
Esta necesidad de control comienza a ser un problema o trastorno cuando la persona comienza a adoptar comportamientos perjudiciales para la salud y la dieta se convierte en lo prioritario, dejando otros aspectos de su vida de lado y/o esta obsesión conduce a una dieta extremadamente restrictiva, que puede derivar en deficiencias nutricionales y afectar la salud mental.
Factores que influyen en la aparición de la Ortorexia.
En los últimos años, el número de personas que muestran síntomas de padecer ortorexia nerviosa ha ido en aumento en países desarrollados,especialmente entre personas de un perfil socioeconómico medio-alto, entre las mujeres, el periodo de la adolescencia y quienes se dedican a deportes como el culturismo, el atletismo o la danza.
Otros factores que también influyen son: los intereses económicos de la industria alimentaria, el aumento de información sobre nutrición, el culto por la imagen corporal, la presión estética, determinados rasgos de personalidad como la rigidez mental, el perfeccionismo o el exceso de autocontrol, la presencia de un trastorno obsesivo compulsivo o la derivación de otro TCA.
Causas
La ortorexia generalmente se origina en la búsqueda de una alimentación más saludable, pero existen otras motivaciones como el intento de mejorar la autoestima, la búsqueda de una identidad y sensación de protección a través de la dieta, el deseo de adelgazar y la obsesión por tener un control absoluto sobre la alimentación, entre otras.
Principales indicadores de la ortorexia
- Obsesión extrema por la alimentación. La persona que sufre esta patología hace de la comida el centro de su vida y experimenta una gran ansiedad debido a preocupaciones habituales sobre su dieta diaria.
- Pérdida de interés y de relaciones sociales. Su variedad de intereses se reduce significativamente. Centran su día en comer «saludablemente», por lo que acaban descuidando otras áreas y disminuyendo su calidad de vida.
- Obligación de seguir una dieta restrictiva y equilibrada. Las decisiones alimentarias están basadas en opiniones de nutricionistas que se encuentran en internet y en estudios nutricionales publicados en revistas médicas. Evitan muchos alimentos por considerarlos poco saludables y esto resulta en una dieta restrictiva y desequilibrada que acaba no siendo saludable.
- Presencia de rituales alimenticios y manifestación de miedos irracionales relacionados con las consecuencias de su alimentación. A menudo establecen rutinas relacionadas con la preparación de alimentos que carecen de utilidad práctica.
- Sentimientos de culpabilidad cuando no se cumplen sus convicciones dietéticas. Esto puede llevar a un autocastigo, limitando aún más su dieta o haciendo ejercicio en exceso.
Consecuencias más destacables de la ortorexia
- Ansiedad y estrés.
- Deficiencias nutricionales y pérdida de peso.
- Deterioro del sistema inmunológico.
- Autoestima baja.
- Es una enfermedad silenciosa y progresiva, que hace que el día a día esté cada vez más limitado. Puede comenzar por acotar mucho la alimentación, hasta llegar a impedir comer fuera de casa o dedicar 3 o más horas diarias a organizar la dieta.
Tratamiento
Si no se diagnostica y trata adecuadamente, estas conductas pueden tener efectos adversos en la salud. Además, pueden conducir a trastornos graves como la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón.
La intervención debe realizarse de una manera interdisciplinar e incluir a nutricionista, psicólogo, y en algunos casos, psiquiatra, ya que requiere de una intervención en la que se trabajen los aspectos psicológicos, nutricionales y médicos.
La terapia psicológica debe centrarse en trabajar las conductas de riesgo nutricionales. Para ello se emplean los tratamientos utilizados para los trastornos alimentarios, basados fundamentalmente en la flexibilidad cognitiva y la aceptación corporal, entre otras cuestiones.