La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la obesidad y el sobrepeso como la “acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud”.
La obesidad es uno de los grandes problemas de salud en la actualidad, que afecta a millones de personas a lo largo de todo el mundo, lo que obliga a todos los profesionales de la salud a trabajar en su prevención y tratamiento.
La obesidad es una enfermedad asociada a una condición física, el exceso de grasa corporal, que conlleva importantes consecuencias no solo para la salud física sino también para la salud psíquica. En la sociedad actual, donde la delgadez es vista como una cualidad positiva, las personas con sobrepeso u obesidad pueden sufrir rechazo social, insatisfacción personal y baja autoestima.
El índice de masa corporal (IMC) es el indiciador más utilizado para valorar el sobrepeso o la obesidad, este se obtiene dividiendo el peso en Kg entre la altura en metros al cuadrado. La comunidad científica ha llegado al consenso de estimar que una persona presentará sobrepeso si su IMC se encuentra entre 24,9 y 29,9 y obesidad, si el IMC es igual o superior a 30kg/m2.
Nos preguntaremos ¿qué papel tenemos los psicólogos en la intervención de la obesidad? Inicialmente han tratado las alteraciones psicológicas comórbidas, con las que suele cursar. En este momento existen intervenciones psicológicas específicas para este trastorno, fundamentalmente desde una perspectiva cognitiva-conductual.
¿Qué se valora para el diagnóstico de la obesidad?
El diagnóstico de la obesidad necesita de la valoración de diferentes aspectos como; datos antropométricos, que nos proporcionarán una estimación de la situación corporal, los hábitos alimentarios, de actividad física y de sueño entre otros. Además de esto, sería necesario conocer las consecuencias psicosociales de la obesidad en el individuo y el impacto en sus relaciones sociales. Todo esto ayudará al psicólogo a realizar un análisis funcional del origen y del mantenimiento de esta. También se haría necesario una evaluación de los trastornos asociados tanto médicos como psicológicos: diabetes, depresión, baja autoestima, problemas cardiovasculares, etc.
Un dato curioso con respecto a su diagnóstico es que si bien la obesidad es una enfermedad que puede ser diagnosticada como tal según la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS-CIE10), paradójicamente no está considerada un trastorno psicológico o mental, ni tampoco del comportamiento alimentario, según el Manual Diagnóstico de Enfermedades Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM V), a pesar del importante componente psicológico implicado en su causa y mantenimiento en la mayoría de los casos.
¿Cuales son los tratamientos?
- Aquí llegamos a las tres formas de tratamiento existentes en la actualidad:
- Tratamiento psicológico.
- Farmacológico
- Cirugía bariátrica
- ¿Cuál debe ser el tratamiento de elección?
- Existe cierto consenso entre los especialistas, por un lado, dejar las intervenciones farmacológicas y quirúrgicas a los casos más graves o resistentes; y por otro, plantear el cambio de hábitos y de estilo de vida, que debería establecerse SIEMPRE desde un enfoque psicoterapéutico, como elemento común en todos los tipos de tratamiento y como único tratamiento en aquellos casos menos graves. Pero lo más importante, siempre debe ajustarse a cada individuo, a sus características.
Intervención psicológica de la obesidad.
El enfoque cognitivo-conductual (TCC) sigue siendo el tratamiento de referencia, centrándose en promover hábitos saludables de alimentación y actividad física. Los resultados indican que este tipo de intervención no solo reduce el peso y otras variables antropométricas como el IMC, la masa grasa o la relación cadera-cintura (predictor de HTA y riesgo cardiovascular), sino que también mejora aspectos de índole psicológica como una mayor autoeficacia o el bienestar psicológico, psicosocial y de calidad de vida.
Otro tipo de terapia empleada es, la de aceptación y compromiso, en la que también se incluyen técnicas de modificación de hábitos propias de la intervención conductual.
Por otro lado, parece que el empleo de nuevas tecnologías podría mejorar la eficacia de la TCC; incluso el registrar electrónicamente la actividad física y la alimentación aumentan la eficacia de la intervención psicológica.
El tratamiento psicológico de la obesidad no tiene un protocolo cerrado de intervención que deba aplicarse de forma sistemática a todos los pacientes. Si algo caracteriza a este enfoque es la flexibilidad y adaptabilidad al caso particular. Las fases que sigue este enfoque son las mismas que ante cualquier otro trastorno clínico o de la salud: evaluación/diagnóstico, análisis funcional, establecimiento de objetivos, aplicación de las técnicas de tratamiento, prevención de recaídas y seguimiento.
De los muchos programas de intervención cognitivo-conductual de la obesidad, uno podría ser este:
- Promoción del autocontrol mediante autorregistros de hábitos de alimentación y de actividad física.
- Control de estímulos a través de la identificación de las señales asociadas a la ingesta.
- Educación sobre nutrición.
- Modificación de la conducta de comer (por ejemplo, comer lento, comer consciente).
- Realización de la actividad física.
- Empleo de técnicas de reestructuración cognitiva y de resolución de problemas.
Como conclusión decir que, la intervención en obesidad es, y va a seguir siendo, uno de los grandes retos de los profesionales de la salud. Los psicólogos ya no nos dedicamos a tratar los trastornos psicológicos comórbidos que acompañan a las personas con sobrepeso u obesidad, en la actualidad proponemos estrategias de intervención para el tratamiento específico de ambos. Si crees que necesitas ayuda, Consultanos.