¿Qué son los estilos educativos parentales?
De los niños se dicen muchas cosas: que son “como esponjas”, que “cada niño es un mundo”, o que “cada uno tiene su carácter” … ¿Pero somos conscientes de que como padres o adultos de referencia también tenemos una importancia fundamental en la forma de ser de los niños?
Desde el albor de los tiempos, la familia se ha encargado de cuidar a su progenie, de mostrarle el mundo que le rodea y de enseñarle cómo ha de relacionarse con él. De esta manera, cada familia inculca sus propios valores y enseña las normas que considera que se deben seguir para alcanzar el bienestar físico, emocional y social.
Los humanos nos construimos través de la socialización entendida como el modo en que los padres se comunican con sus hijos y les transmiten sus opiniones, valores, costumbres y creencias en el marco de una cultura concreta. La familia es el primer lugar de socialización, y constituye el primer «molde» de la forma de ser del niño y adulto en construcción.
En una misma cultura, no todas las familias son iguales. Ni tampoco los adultos de referencia dentro de las familias se comportan de la misma manera con los niños. Y tampoco podemos decir que todos los estilos educativos familiares se valgan. De hecho, una de las consecuencias más inmediatas de estas diferencias es que el ambiente familiar resultante es más agradable o más estresante en algunas casas que en otras.
Para visibilizar las estrategias de educación, puede ser útil definir los estilos de socialización recurriendo a la clasificación realizada por Musitu y García en 2004. Esta clasificación estructura cuatro estilos educativos basándose en dos ejes.
El primer eje lo constituye la implicación / aceptación de los padres, en referencia al grado en el que los padres asumen sus responsabilidades parentales: aceptando, respetando y valorando a los hijos, e implicándose en las tareas propias del cuidado y satisfacción de necesidades.
El segundo eje es el de la supervisión / control que hace referencia al grado de imposición que los padres ejercen sobre los hijos, a través del establecimiento de normas y limites.
Tipos de estilos educativos parentales
Los estilos educativos conforman el conjunto de estrategias de crianza encaminados a modelar las conductas a través de la socialización y de la educación del menor, de tal manera que las interacciones paterno-filiales terminan creando referentes de lo que es una conducta adecuada.
Las categorías que describimos a continuación resultan de la combinación de variables continuas que designan las grandes tendencias que incluyen todos los matices de estilos particulares concretos.
Cruzando estos dos ejes como en la figura arriba, obtenemos cuatro estilos descritos a continuación:
- Estilo autoritario: de baja implicación / aceptación, pero alto control / supervisión. Fomenta la obediencia y el castigo. Se imponen normas sin tener en cuenta las opiniones de los hijos. El estilo autoritario se ajustaría a aquellos casos en los que los padres muestran bajos niveles de comunicación y afecto y tratan de influir, controlar y evaluar el comportamiento y actitudes de sus hijos siguiendo patrones rígidos previamente delimitados. Presentan un alto nivel de control y de exigencias de madurez hacia sus hijos.
- Estilo permisivo: de alta implicación / aceptación pero bajo control / supervisión. Fomenta el dialogo, pero no se ejerce ningún tipo de control ni limites al comportamiento de los hijos. El estilo permisivo se caracteriza porque los padres muestran afecto y comunicación, pero escaso control en cuanto al establecimiento de normas y dificultades para establecer límites. Si bien proporcionan gran autonomía al hijo, son poco exigentes en cuanto a las expectativas de madurez y responsabilidad en la ejecución de las tareas.
- Estilo negligente: de baja implicación / aceptación y bajo control / supervisión. Fomenta la indiferencia hacia los hijos, tanto a nivel afectivo como a la hora de establecer pautas de supervisión. Son padres con escasa implicación en la tarea de crianza y educación. Son fríos y distantes con sus hijos y con escasa sensibilidad a las necesidades de los niños. Predomina la Ausencia de normas, pero en ocasiones el control que ejercen es excesivo sometiendo al niño a un fuerte castigo sin mediar ninguna explicación o razonamiento de la conducta indebida del menor.
- Estilo democrático: de alta implicación / aceptación y alto control / supervisión. Combina de modo equilibrado muestras de afecto y cariño, con el control del comportamiento mediante normas claras en el hogar. El estilo democrático se caracteriza por la comunicación bidireccional y el afecto. Los padres tienden a dirigir la actividad del niño a través del razonamiento y la negociación de forma racional. Parten de una aceptación de los derechos y deberes como padres, así como de los derechos y deberes de los niños, lo que Baumrind consideraba como una «reciprocidad jerárquica» (cada sujeto tiene derechos y responsabilidades con respecto al otro). Es un estilo en el que se desarrolla la autonomía e independencia y se favorece la responsabilidad social.
¿Cómo influyen los distintos estilos educativos en los hijos?
El estilo educativo parental guarda relación con el desarrollo de cualidades y características en el niño de modo que:
- Los padres que siguen un estilo permisivo forman niños alegres y vitales, aunque con altos niveles de conducta antisocial y con bajos niveles de madurez y éxito personal (Andrade-Palos et al., 2012).
- El estilo autoritario es el que tiene repercusiones más negativas sobre la socialización de los hijos, como la falta de autonomía personal y creatividad, menor competencia social o baja autoestima (Belsky et al., 2005). Además, este estilo autoritario es considerado como un factor de riesgo para el padecimiento en los hijos de síntomas depresivos y problemas como agresividad, hiperactividad o delincuencia (Andrade-Palos et al., 2012).
- Las características del estilo democrático están relacionadas con un mejor ajuste psicosocial del menor. En este sentido, este estilo educativo correlaciona positivamente con un estado emocional estable y alegre, una elevada autoestima y autocontrol y menor nivel de estrés (García-Linares et al., 2011).
- Los niños que han crecido y vivido en una familia con un estilo educativo negligente, presentan un sin número de problemas académicos, emocionales y conductuales. La falta de afecto, de supervisión y guía, de estos niños y adolescentes conlleva efectos muy negativos en el desarrollo de los mismos: sienten inseguridad e inestabilidad, son dependientes de los adultos, tienen dificultad de relación con sus pares, tienen baja tolerancia a la frustración. Son niños y adolescentes que pueden presentar conductas delictivas o abusivas
Sin duda alguna, el camino de ser padres e hijos comienza en el momento preciso en el que dos adultos deciden volverse padres y persiste luego, durante toda la vida. La influencia que ejerce la familia (padres, madres y otros) es de vital importancia en el desarrollo de los niños y niñas. A este primer momento se lo conoce como socialización.
Algunas dificultades generadas por los estilos educativos disfuncionales
En general ser padres es algo para lo que no se educa a las personas, se va aprendiendo en la marcha, en la medida que se enfrentan los problemas, que se tiene que improvisar una salida ante una dificultad, los estilos educativos no adecuados y especialmente cuando son discrepantes entre ambos progenitores suelen generar en los hijos:
- Dificultades personales (baja autoestima, timidez, complejos, …)
- Dificultades académicas (fracaso escolar, ausencia de metas académicas, ausentismo escolar,
- Dependencia de la presencia de padres a la hora de estudiar…),
- Problemas de violencia intrafamiliar (tanto entre los padres, como de padres a hijos como, o de hijos a padres),
- Problemas de socialización (falta de apego, estrategias inadaptadas de resolución de conflictos, de comunicación…),
Puedes contar con la profesionalidad y la experiencia de los profesionales de Codex Psicología para analizar su problemática personal. Se puede mejorar el desempeño como padres en su quehacer cotidiano, permitiendo el mejor desarrollo físico, psicológico y social de niños y adolescentes.
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