Crecimiento sin hermanos: ¿Qué efectos tiene la ausencia de hermanos en el desarrollo de los niños?

En Europa, las familias han experimentado cambios significativos en las últimas décadas. En muchos países, el tamaño de las familias ha disminuido considerablemente, especialmente en lugares como Italia, España o Alemania, donde las tasas de natalidad son muy bajas y es común que los padres tengan solo uno o dos hijos. Esto nos plantea una cuestión interesante y por ello los investigadores han tratado de buscar respuestas a algunas preguntas durante los últimos años, como: ¿Qué es lo que se siente al crecer en un mundo donde no se tienen hermanos ni hermanas? ¿Son realmente tan importantes los hermanos? ¿Cómo afecta la ausencia de hermanos en la vida de un niño?

La identidad de los niños sin hermanos

El concepto de «hermano» o «hermana» tiene un significado cultural profundo. La relación con los hermanos es vista como una de las primeras y más importantes conexiones sociales que se forjan en la vida de una persona, enseñando conceptos tan importantes en las relaciones humanas como la cooperación, competencia y empatía, pero para muchos niños en Europa que crecen sin hermanos, la experiencia de la infancia es diferente y muchos niños tienen que encontrar estas conexiones en otros lugares, como con primos, amigos o en su entorno escolar.

Los niños que crecen en familias pequeñas pueden sentir que su relación con los padres es más exclusiva, lo que puede resultar en una atención y recursos concentrados en uno solo, pero también puede generar una sensación de presión y expectativas altas. En lugar de compartir las responsabilidades familiares y la atención parental con un hermano, el niño único carga con esa carga solo. Esto puede generar tanto beneficios (como la posibilidad de alcanzar un nivel educativo más alto, por ejemplo) como dificultades emocionales, ya que el niño no tiene un «compañero» con quien compartir sus experiencias o aliviar las tensiones familiares.

¿El «Síndrome del Niño Consentido»?

  • Una preocupación frecuente en Europa con respecto a los niños únicos es el llamado «síndrome del niño consentido». La creencia subyacente es que los niños únicos tienden a ser más egoístas o malcriados. Sin embargo, estudios realizados en diversos países europeos no han encontrado una correlación directa entre ser hijo único y desarrollar rasgos desadaptativos de personalidad. La realidad es más compleja. Si bien no se observa una prevalencia de niños egoístas, sí se han detectado ciertos patrones de comportamiento que podrían diferir de aquellos que crecen con hermanos.
  • Algunos estudios en Europa, como uno realizado por investigadores en el Reino Unido en la Universidad de Cambridge (2018), han señalado que:
  • Los hijos únicos de familias con expectativas académicas altas tienden a ser más sensibles a la crítica y a necesitar más validación externa.
  • Además, se encontró que tenían una mayor probabilidad de desarrollar trastornos de ansiedad en la adolescencia, en comparación con los niños que tienen hermanos que pueden servir como fuente de apoyo emocional. Estos niños, al recibir toda la atención parental, a menudo se enfrentan a expectativas muy altas, lo que puede llevar a una sensación de inseguridad o falta de autonomía cuando se enfrentan a un mundo más competitivo fuera de la familia.
  • No obstante, también existen aspectos positivos, y es que estos niños muestran frecuentemente un nivel de madurez superior al promedio, ya que pasan más tiempo en entornos donde predominan conversaciones y actividades adultas.

La presión social y el impacto en las decisiones de vida

En muchas familias europeas, el énfasis en la educación y el éxito profesional es más intenso que nunca. Los niños únicos, al ser el único foco de las expectativas de sus padres, pueden sentirse obligados a cumplir con un nivel de rendimiento muy alto. Esto puede influir en sus decisiones de carrera, su vida social e incluso en sus planes familiares. Algunos niños únicos, como se ha observado en entrevistas realizadas en países como Italia o España, mencionan que no han podido tomar decisiones de vida tan libres como quisieran, ya que el peso de las expectativas familiares les impide actuar de manera independiente.

En lugar de explorar distintas opciones o mudarse a otras ciudades para estudiar o trabajar, muchos se sienten atados a su hogar y a la responsabilidad de cuidar a sus padres cuando estos envejezcan. Esta situación se ve agravada por la tendencia creciente en Europa de tener familias más pequeñas y menos cercanas, lo que significa que los niños únicos podrían tener menos apoyo fuera del núcleo familiar inmediato.

¿Y los amigos y las relaciones sociales?

Una de las grandes diferencias que los niños únicos experimentan es la forma en que establecen y mantienen relaciones sociales. Mientras que los niños con hermanos a menudo aprenden a compartir, negociar y resolver conflictos dentro del hogar, los niños únicos deben encontrar estas habilidades en su entorno escolar o social. Sin embargo, en sociedades donde las familias son más pequeñas y la movilidad es más alta, es posible que los niños únicos no mantengan relaciones tan duraderas o profundas con amigos o familiares, como sucedía en generaciones anteriores.Este fenómeno también está vinculado a la creciente movilidad laboral en Europa. Las familias se mudan más que antes, lo que puede hacer que los niños, especialmente los que no tienen hermanos, se sientan más aislados o desconectados de una red de apoyo estable.

El futuro de los hijos únicos en Europa

A pesar de que muchos países europeos enfrentan un futuro incierto en términos de sostenibilidad de sus sistemas de bienestar debido a la baja natalidad, el panorama para los niños únicos está cambiando lentamente. En muchos casos, las políticas públicas están promoviendo el apoyo a las familias con niños, pero la tendencia general sigue siendo la de familias más pequeñas, lo que significa que los niños seguirán creciendo en entornos donde los hermanos son menos comunes.

La pregunta de si la falta de hermanos es un obstáculo para el desarrollo de los niños sigue siendo motivo de debate. En algunos casos, el hecho de ser hijo único puede tener tanto efectos positivos (como un enfoque más individualizado en su educación) como negativos (como la presión de ser el único responsable del bienestar de los padres). El futuro de las generaciones más jóvenes, que crecerán en un entorno cada vez más diverso y con menos familias tradicionales, aún está por verse.

Este contenido tiene un objetivo meramente informativo. Si sientes que necesitas ayuda solicita una consulta con un profesional.

Artículo documentado por:

Concepción Cendón Dacosta

Concepción Cendón Dacosta

Concepción Cendón es Directora y fundadora de los centros “Codex Psicología y Codex Formación” con una trayectoria de 20 años de experiencia. Es Licenciada en Psicología, especialista en Psicología Clínica y de la Salud y con formación en Psicología Jurídica (Nº 3026 del Colegio Oficial de Psicólogos de Galicia). Es miembro del Listado Oficial de Peritos psicólogos para la administración de justicia en los ámbitos del derecho civil y penal y también del Equipo de Intervención Psicológica en los casos de Adopción Internacional, del Colegio Oficial de Psicólogos de Galicia. Su pasión y vocación por la psicología le ha llevado a especializarse en diferentes ámbitos como, intervención en crisis, duelo patológico, altas capacidades intelectuales o neuropsicología, y a estar formándose y actualizándose constantemente en diversas teorías y técnicas psicológicas como terapia cognitivo-conductual, terapias de tercera generación y terapia con realidad virtual.

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